Este año hemos tenido la oportunidad de trabajar en un par de ocasiones en un proyecto de rehabilitación y, aunque muy diferentes, ambos han sido muy interesantes.
Uno de ellos es el que realizamos para una casa autoconstruida en tapial en un pueblo del sur de Madrid. De todo lo que nos encontramos y cómo lo resolvimos te hablamos largo y tendido en su día en nuestros stories de Instagram (@rderoom.es).
El otro proyecto de rehabilitación es el que elaboramos para esta vivienda del barrio de Las Letras. Si lo que se ve es impactante (no en vano ha sido publicada en Elle Decor), lo realmente impresionante es todo lo que hay detrás.
La vivienda tiene 115 años según Catastro. Aunque a veces los registros no son exactos, hay varias señales que nos permiten situar la vivienda a caballo entre los siglos XIX y XX:
- Espacio reducido y muy fragmentado, con dormitorios muy pequeños.
- Inodoro en cuerpo añadido al que se accede por la cocina, lo que nos sugiere que la vivienda no contaba con cuarto de baño en su estado original.
- Forjado de vigas y viguetas de madera, con entrevigado de tabla en la zona seca y de yesones en los cuartos húmedos.
- Muros de carga de entramado (con una estructura principal de pies derechos y tornapuntas de madera, relleno en este caso con yesones y cascotes de derribo), uno de los sistemas más empleados en Madrid en la segunda mitad del siglo XIX por ser barato y rápido de ejecutar.
Aunque lo primero que desarrollamos fue un proyecto de ejecución de reforma convencional (redistribución, instalaciones, acabados…), al arrancar con la demolición encontramos viguetas deterioradas por la humedad en la zona de la cocina. Como también había un cimbreo generalizado de todo el suelo y el aislamiento acústico con los locales comerciales de planta baja era prácticamente nulo, nos pareció oportuno (y a la propiedad también) acometer primero la puesta a punto del forjado con un proyecto de rehabilitación del mismo.
Este consistió en la sustitución de las viguetas dañadas y el posterior refuerzo de todo el forjado de madera. Toda la intervención se realizó desde la propia vivienda dado que no teníamos acceso a los locales de la planta inferior (algo muy habitual cuando se interviene en vivienda colectiva).
Con el refuerzo completado, ya pudimos ejecutar la reforma que habíamos planeado, cuya principal premisa era lograr una distribución funcional sin intervenir en los muros de carga. Existe la idea generalizada de que en los muros de entramado es el pie derecho es el que soporta los esfuerzos gravitatorios que llegan de las vigas o carreras y que el relleno es simplemente para cegar el cerramiento. Esta creencia hace que a menudo se retire todo el relleno en la reforma dejando a la vista los pies derechos de madera (seguro que habéis visto proyectos de este tipo; se nos viene a la cabeza la casa de Los Javis en Malasaña, por ejemplo). Nosotras sin embargo estamos más alineadas con la idea de que, el pie derecho controla el pandeo y el relleno colabora para soportar la carga estructural, actuando como un todo solidario, es decir, como un muro compuesto.
¿Es arriesgado tirar estos entramados? Desde nuestro punto de vista, sí. De hecho, en casas tan antiguas tenemos sumo cuidado incluso a la hora de demoler tabiques (que a menudo apean cargas). Los retiramos siempre gradualmente y por tramos, comprobando si la demolición produce grietas que puedan resultar alarmantes.
Por no mencionar que cuando se retiran los revestimientos y la madera queda expuesta, la resistencia al fuego de la misma se ve afectada. El cumplimiento o no de la normativa depende de más factores (como sección de los elementos, por ejemplo) pero a menudo es necesario tratarla si se quiere dejar vista.
Mantener los muros de carga (y en el plano veis que aquí tenemos no uno, sino dos) no es fácil. Hay que darle muchas vueltas a las distribuciones para lograr espacios funcionales, amplios, bien iluminados y acogedores, pero con trabajo y buenas ideas, siempre se consigue. En nuestra sección de proyectos tienes varios ejemplos de viviendas con muros de carga que hemos redistribuido sin intervenir la estructura.
A todo esto hay que añadir el cumplimiento de la normativa municipal (en este caso del ayuntamiento de Madrid) en lo referente a iluminación y ventilación.
Sobre esto podríamos hablar largo y tendido porque, si bien es cierto que la ley intenta evitar la construcción de infraviviendas (y es muy loable), muchas veces la aplicación inflexible de las normas impide solucionar problemas ya existentes mucho más graves que aquellos que las leyes intentan evitar. Pero de eso, si te parece hablamos otro día J
¿Imaginabas que detrás de un resultado como este se escondía tanto trabajo? Incluso en las obras más sencillas y tranquilas hay mucho que solucionar para llegar a un buen resultado. Y lo realmente importante, casi nunca se ve.
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