
































Rebeca nos cuenta en primera persona cómo enfrentó el reto de rediseñar su propia casa, un ejercicio de equilibrio entre la razón profesional y la emoción personal. El resultado: un espacio que combina sinceridad constructiva, luz natural y una estética depurada con raíces nórdicas y acentos mediterráneos.
MI CASA 360º
Cuando tomas decisiones, seas o no profesional, siempre te enfrentas a dilemas: en la mayoría de ocasiones obtener ventajas innegociables implica asumir ciertas renuncias. Por eso, años de experiencia y un ejercicio consciente para mantener la mente fría han sido claves en el diseño de esta casa.
Lo que estaba claro es que teníamos que tirarla abajo por completo y redistribuirla desde cero. En origen la vivienda tenía una cocina pequeña, un baño y un aseos minúsculos, y cuatro dormitorios que no cumplían superficies aceptables.
Teníamos a favor la doble orientación y el hecho de que todas las estancias son exteriores, incluso el vestíbulo y los baños. Eso nos daba mucha luz y también mucha más flexibilidad a la hora de modificar los espacios.
Elegir la estética no resultó tan fácil como encajar las estancias. Como profesional, estás al tanto de las tendencias y, a la vez las ves evolucionar y, a menudo, extinguirse. Te apetece experimentar con cosas nuevas, pero también te preguntas si estar tan expuesta a la evolución de los estilos hará que te canses antes que alguien que no conoce tan de cerca lo último en materiales y tendencias.
Afortunadamente, después de casi 20 años proyectando hogares para otros, hay elementos, piezas y estilos que se mantienen de forma recurrente en tu imaginario. A esos recursos me aferré a la hora de proyectar: espacios de inspiración nórdica con una pizca de estilo mediterráneo y una paleta en la que los colores grises y blancos se encuentran con la calidez de la madera y los tonos terracota y maquillaje.
En ese contexto aposté también por la sinceridad constructiva. La encimera de la cocina es de cuarcita brasileña y todos los elementos de madera de la casa lo son de verdad, sin sucedáneos; desde el suelo —incluido el de la cocina— a los muebles del baño, uno de ellos a medida. Como en la cultura japonesa, en R de Room amamos la pátina y abrazamos la belleza de la imperfección; no tenemos miedo a ver cómo envejecen y evolucionan estos materiales nobles. Nada como nuestra propia casa para manifestarlo.
También incorporamos varias piezas de diseño. Algunas nos acompañan desde nuestra vivienda anterior —la estantería String y la lámpara Fase President, por ejemplo— y otras están en nuestra lista de deseos desde que tenemos uso de razón (arquitectónica :)). Así nos hicimos con la PH5 de Louis Poulsen que, cómo no, tenía que ser original y danesa, de los años 50.
La cocina, integrada con el estar en un espacio abierto, fue tratada como un mueble más del salón. Ocultamos la mayor parte de electrodomésticos y elegimos los que era inevitable ver —como el horno— con mimo y sentido estético. También optamos por una inducción con extracción integrada para preservar al máximo la limpieza del diseño y evitar bajar la altura de los techos.
El dormitorio principal lo concebimos en todo momento tranquilo, amplio y luminoso. Tiene mucho almacenamiento, colores neutros y una butaca que nos permite relajarnos al final del día.
El cuarto infantil lo visualizábamos con mucha personalidad. Optamos por el contraste entre el color maquillaje de las paredes con la cama azul índigo. El «punch» adicional lo da el papel pintado en el cabecero. Tanto la decoración como la electricidad admite otras composiciones y diferentes distribuciones de mobiliario.
En los baños usamos el mismo porcelánico, engamado en suelo y zócalo, pero jugamos con el resto de elementos para darles un toque diferenciador. En el principal combinamos el gris del porcelánico con un azulejo blanco de formato más pequeño, grifería y complementos en dorado, y madera de nogal en el mueble. En el segundo el mueble es de roble, los accesorios y los grifos son negros, y el porcelánico se combina con pintura terracota.
En las carpinterías interiores optamos por un diseño muy minimalista sin tapajuntas, buscando integrarlo con las paredes. De ahí la elección de los tiradores y el diseño de puerta enteriza.
Como guiño al origen, recuperamos una discreta moldura que estaba en el estar. También mantuvimos los radiadores originales de hierro fundido y conservamos vistas las montantes de calefacción.
El toque final lo ponen algunas piezas de arte que hemos ido atesorando con los años, como nuestra querida «Mujer del turbante» de Mari Quiñonero o la inconfundible mujer japonesa «Juliette» de Teresa Pérez Baró.
Los «muy fans» de nuestra shop encontraréis también algunas piezas icónicas de nuestro catálogo. Una prueba más de que si eliges las piezas que te acompañan de manera consciente y convencida es difícil que a la larga te arrepientas.
































