El proyecto da respuesta a varios retos. El propietario buscaba un ambiente nórdico y distendido para un local que debía funcionar a lo largo de todo el día, desde el desayuno al afterwork. Por si fuera poco, debía contar con un punto de venta de pan, repostería y productos refrigerados para llevar… ¡todo en un mismo espacio!
Toda esto condicionó la planificación de los espacios y de los recorridos, tanto del servicio como de los clientes a lo largo del día.
Por eso dividimos el local en tres zonas; una de venta y barra en la parte más estrecha de la izquierda, aprovechando uno de los ventanales como escaparate; un espacio de mesas y sillas con una gran mesa comunal en la zona más amplia de la derecha; y un espacio de relax y cafés lentos en la planta superior.
En cuanto a los acabados, propusimos un suelo neutro de microcemento gris, eliminamos los vinilos oscuros de los grandes ventanales y pintamos el interior íntegramente de blanco.
La escalera que comunica las dos plantas era otro gran condicionante: debíamos mantenerla por cuestiones de licencia. Finalmente optamos por forrarla de madera y mantuvimos la barandilla pintándola en blanco. Un enorme mural la enmarca e invita a subir a la planta superior, decorada con un estilo nórdico años 50, con sofás cómodos en los que los clientes puedan trabajar con sus portátiles conectados al wifi gratuito que ofrece el local.
En cuanto a la iluminación artificial, distribuimos estratégicamente puntos de luz para colgar lámparas. Las mesas son de madera maciza, igual que la encimera de la barra, lo que aporta el toque soft y rompe el total white.